Thursday, 19 July 2012

Premio Rafael Botí. 2012. Certamen Pintura Torrelodones

T.m./Lienzo. 130x97cm.



Ayer día 18 tuvo lugar la entrega de premios correspondiente XIII certamen de pintura en directo Rafael Botí de Torrelodones celebrado el pasado día 8. El premio del Ayuntamiento recayó en Francisco Solano Jiménez Castro, siendo el correspondiente al Casino gran Madrid para Beatriz Díaz Horcajo y el premio Rafael Botí para un servidor.  Además de la entrega de galardones, personalmente el encuentro tuvo otro aliciente que  algo tiene que ver con las palabras que días atrás publiqué.

Tras la ceremonia, como es habitual en este tipo de actos, los asistentes tuvieron tiempo de visitar la exposición y comentar algunas de la treintena de obras que colgaban de las paredes de la Casa de la Cultura. Allí, se encontraba Rafael Botí, -coleccionista de arte e hijo del pintor y músico bajo cuyo nombre se convoca el certamen- conocedor y sincero en su apoyo al desarrollo de las artes plásticas, resulta ser una de las personas que, desde su posición huyendo de la comodidad, mejor conoce y más sensibilizado está con la realidad individual del ejercicio de nuestra labor, valorando y dando prioridad a la sabia nueva en todos los ámbitos de la cultura y la gestión. En este sentido, no quiero pasar por alto la empatía de Pedro Extremera y su sensibilidad ataviada de desparpajo, así cómo la cautela y el apoyo de Paco López Soldado, asistentes a al acto y miembros del jurado.

Y fue Rafael Botí  quien no quiso dejar pasar la ocasión de acercarnos a la Alcaldesa, Doña Elena Biurrum y la Concejala de Cultura, Doña Rosa Rivet, de la corporación municipal, con las que pronto iniciamos  una espontánea conversación interesándonos de manera recíproca por nuestras diferentes actividades. Así, ambas apuntaron (invitándonos más a la pregunta que a la compostura claudicante que se espera ante las autoridades y que rechazaban de plano) el proyecto que tienen puesto en marcha todo el equipo municipal, en donde el sentido común parece ser la escaleta que marca el día a día. Un proyecto ilusionante e ilusionado que ha necesitado del hartazgo de los vecinos y vecinas, propiciando que los propios ciudadanos tomen la iniciativa para regirse consiguiéndolo. El semblante de normalidad y las leves sonrisas, más ademán que risas de satisfacción personal, revelaban en las ediles la fuerza de la responsabilidad que habían adquirido, sin obviar el papel que tienen por delante y la esperanza que han despertado para trabajar en el proyecto que les ha llevado a la alcaldía.

Son conscientes que van a tener que bregar con muchos obstáculos para llevar a término una política municipal con los pies en tierra. Son conscientes  que su ámbito de influencia es Torrelodones y que no se deben a ningún órgano que no sean los vecinos y vecinas. Conscientes también que los palos en las ruedas estarán presentes en su ejercicio. Y sobre todo, son conscientes de la rareza que supone la lógica y la normalidad de comportamiento en terreno político sin hacer escena de ello. Una lógica que ha contado con el apoyo de los vecinos y vecinas del municipio y que merecen toda la suerte, la enhorabuena y la honestidad sin intenciones escondidas cuando las réplicas arrecien.


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