T.m./Lienzo. 130x97cm.
Ayer día 18 tuvo lugar la entrega
de premios correspondiente XIII certamen de pintura en directo Rafael Botí de
Torrelodones celebrado el pasado día 8. El premio del Ayuntamiento recayó en
Francisco Solano Jiménez Castro, siendo el correspondiente al Casino gran
Madrid para Beatriz Díaz Horcajo y el premio Rafael Botí para un servidor. Además de la entrega de galardones,
personalmente el encuentro tuvo otro aliciente que algo tiene que ver con las palabras que días
atrás publiqué.
Tras la ceremonia, como es
habitual en este tipo de actos, los asistentes tuvieron tiempo de visitar la
exposición y comentar algunas de la treintena de obras que colgaban de las
paredes de la Casa de la Cultura. Allí, se encontraba Rafael Botí,
-coleccionista de arte e hijo del pintor y músico bajo cuyo nombre se convoca
el certamen- conocedor y sincero en su apoyo al desarrollo de las artes
plásticas, resulta ser una de las personas que, desde su posición huyendo de la
comodidad, mejor conoce y más sensibilizado está con la realidad individual del
ejercicio de nuestra labor, valorando y dando prioridad a la sabia nueva en
todos los ámbitos de la cultura y la gestión. En este sentido, no quiero pasar
por alto la empatía de Pedro Extremera y su sensibilidad ataviada de
desparpajo, así cómo la cautela y el apoyo de Paco López Soldado, asistentes a
al acto y miembros del jurado.
Y fue Rafael Botí quien no quiso dejar pasar la ocasión de
acercarnos a la Alcaldesa, Doña Elena Biurrum y la Concejala de Cultura, Doña
Rosa Rivet, de la corporación municipal, con las que pronto iniciamos una espontánea conversación interesándonos de
manera recíproca por nuestras diferentes actividades. Así, ambas apuntaron (invitándonos
más a la pregunta que a la compostura claudicante que se espera ante las
autoridades y que rechazaban de plano) el proyecto que tienen puesto en marcha
todo el equipo municipal, en donde el sentido común parece ser la escaleta que
marca el día a día. Un proyecto ilusionante e ilusionado que ha necesitado del
hartazgo de los vecinos y vecinas, propiciando que los propios ciudadanos tomen
la iniciativa para regirse consiguiéndolo. El semblante de normalidad y las
leves sonrisas, más ademán que risas de satisfacción personal, revelaban en las
ediles la fuerza de la responsabilidad que habían adquirido, sin obviar el
papel que tienen por delante y la esperanza que han despertado para trabajar en
el proyecto que les ha llevado a la alcaldía.
Son conscientes que van a tener
que bregar con muchos obstáculos para llevar a término una política municipal
con los pies en tierra. Son conscientes
que su ámbito de influencia es Torrelodones y que no se deben a ningún órgano
que no sean los vecinos y vecinas. Conscientes también que los palos en las
ruedas estarán presentes en su ejercicio. Y sobre todo, son conscientes de la
rareza que supone la lógica y la normalidad de comportamiento en terreno
político sin hacer escena de ello. Una lógica que ha contado con el apoyo de
los vecinos y vecinas del municipio y que merecen toda la suerte, la enhorabuena
y la honestidad sin intenciones escondidas cuando las réplicas arrecien.
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