Tuesday, 9 October 2012

Juan Antonio Tinte
 
 


La decisión de presentarse a unos comicios es libre, pero cercenada al tiempo. Y esto es así por que la manera de permitir el acceso a las posibilidades de representación  lo decide quien es juez y parte, mientras conoce bien los límites donde el permiso a presentarse por parte de “advenedizos” le es adverso.

La erótica del poder llega infundida por la impunidad y la autoridad con la que los partidos han usurpado la decisión de los votantes, como una condena inamovible en sus estructuras y en el momento de sucederse en el ejercicio del poder.

Desde la política, que parece ser sólo la estructura que atesora cargo, se elaboran leyes y jamás están vendrán dadas para ceder parte de una soberanía que sólo es “lícita” y vinculante en el momento del plebiscito que, ironía, se redactan en nombre del pueblo. Cuando el desajuste es grotesco y humillante entonces nace la protesta.

Desde los aparatos de los partidos se insiste en que el congreso es la cámara de representación de los ciudadanos y ciudadanas. Falaces. Es la cámara donde su vida transcurre y se cierran acuerdos para mantenerse en éste o aquel  cargo a expensas del Estado o  cualquiera de las diferentes administraciones.

Sus oídos son indolentes y sordos a las demandas de reforma de la ley electoral. Ustedes prefieren ser  cuestionados que ceder un palmo de privilegio, por que nunca, según se maneja la actual legislación, tendrán que ofrecer explicación más allá del debate parlamentario. Nunca una decisión tomada, sea de la magnitud que sea,  se verá en la obligación de ser depurada ni puesta al filo del juicio por responsabilidad irresponsable. ¡Que clase política, cuánto celo en su protección! ¡Que vergüenza que estemos hablando de ellos sin poder hacer nada hasta….¿Hasta dentro de tres años?  Vaya democracia donde, ante lo que nos afecta, sólo tiene voz y decisión quien genera y agrava el problema.

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